La vida después de AC / DC en River

8 12 2009

Un balance después de los tres shows que la banda australiana dio en el Estadio Monumental.

Nota publicada en www.rollingstone.com.ar

Tal vez el rock sí haya cambiado al mundo. La vida del fanático de AC/DC ya no es la misma. Ellos han modificado la existencia de varias generaciones. Y las 180 mil personas que llenaron River tres veces para ver a la banda repasaron su vida con cada canción. Para el padre, «Back in Black» no significa lo mismo que para el hijo que fue con él al show. Ni hablar de «TNT». En 1974 muchos chicos ni siquiera habían nacido. Eso sí, casi todos sabíamos exactamente qué iba a pasar en cada momento. La campana en «Hell’s Bells» o la gorda inflable durante «Whole Lotta Rosie» no sorprenden nadie. Pero sin los cañones en el cierre con «For Those About To Rock», un concierto de AC/DC o tres no serían lo mismo. Si no lo viste antes te lo contaron, Angus Young hace un solo en «Let There Be Rock». Igual que en cada show en cada ciudad. Miércoles 2, viernes 4 y domingo 6. Todo está ensayado, guionado y chequeado. No hubo espacio para la improvisación. Pero si fuiste los tres días seguramente cada «Thunderstruck» haya tenido un efecto secundario diferente. Un día podés recordar la primera vez que escuchaste esa canción, al siguiente cómo sonó en River 96 y, el último, donde fue que compraste el álbum The Razor’s Edge. Ni siquiera pudimos ver a Angus con trajes de distinto color. Estaban filmando DVD y había que respetar la continuidad, por eso el uniforme escolar fue siempre azul. La grabación del video requirió distintas iluminaciones, generando ligeros cambios en la ambientación. Y podemos decir que el sonido, dependiendo del viento y la ubicación, fue de muy bien a mejor.

El guitarrista Malcolm Young y el bajista Cliff Williams dejaron un surco de tanto recorrer la breve distancia que los alejaba de la seguridad de la batería de Phil Rudd hasta los micrófonos ubicados al pie del escenario. Una vez cumplida la tarea de cantar el estribillo, desandaban el camino. Tratando de leer sus gestos en las pantallas gigantes del estadio, noté la mirada perdida de Malcolm, como concentrado en no perder el ritmo; su guitarra es fundamental. Cliff, en cambio, parecía más dedicado a dar en el tono con la voz. Los únicos con permiso para volar son Angus y el cantante Brian Johnson. Uno se convierte en el foco de atención tras desnudarse en el strip tease de «The Jack». El otro habla poco, dice casi siempre lo mismo, corre y gesticula cada vez que puede, aporta simpatía y canta con oficio. Johnson llegó bien parado a la tercera noche, dadas las exigencias, pero Angus está entero, más allá de la calvicie, que no oculta.

No hubo cambios en la lista de temas, ni siquiera en el orden. Cada cosa estuvo en su lugar día tras día. Pero quienes han escuchado más de mil veces «Back in Black», generaciones que van desde el vinilo hasta el MP3, no se enojan si la escuchan en vivo ayer, mañana y pasado.

AC/DC en vivo ya no es una revolución. Su música ha dejado de ser diabólica desde que se transformaron en un producto para el consumo familiar. Sin embargo, AC/DC desafía el paso del tiempo, y confirma que estaban en lo cierto hace casi cuarenta años cuando enchufaron sus instrumentos por primera vez y se jugaron todo por una pasión que permanece intacta, más allá de la acumulación de arrugas.

Por Gustavo Olmedo


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